Como muchas mujeres de mi generación empecé a tejer con mi abuela y la sensación de crear algo me enganchó desde el primer día. Con el tiempo se ha vuelto terapia: tejer ayuda a la concentración y a desconectar de las preocupaciones diarias. Aunque la parte creativa, pensar y diseñar una prenda sigue siendo el gran reto, y donde he podido aplicar mis estudios de Bellas Artes.